jueves, 18 de septiembre de 2014

Las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía en Carora

Se acerca a mi oficina de Cronista mi querida licenciada Blanca Aurora Andueza  de Álvarez para recordarme que esta magnífica Congregación de piadosas mujeres está cumpliendo 125 años. Amablemente me hace entrega de dos hermosos libros dedicados al padre Santiago Machado, quien al lado de la señorita Emilia Chapellín, mejor conocida como Madre Emilia,
 fundan esta Congregación el 25 de septiembre de 1899. Eran los turbulentos años en que el viejo liberalismo del siglo XIX tocaba a su fin con la llegada violenta de Cipriano Castro al poder.
Eran años de inmensos cambios en la Iglesia Católica, pues desde el año 1869 la Iglesia se abre al mundo de lo social al convocar al Concilio Vaticano I, con lo que esta milenaria institución hace frente a dos amenazas: el capitalismo explotador y el socialismo materialista del siglo XIX. Otro gran momento vivido por la Iglesia fue la Encíclica Rerum Novarum, lanzada al mundo por el papa León XIII en 1891, y en la que se reafirma la voluntad social, la búsqueda de los pobres para su reivindicación en la justicia social.
Este estremecimiento de la Iglesia llega a los más apartados rincones del mundo. 

En Carora un sacerdote excepcional, el padre Lisímaco Gutiérrez funda una institución en 1900 llamada el Pan de San Antonio, así bautizada en advocación  de San Antonio, el santo de los pobres y menesterosos. Pero sucede un hecho frecuente en nuestra historia de aquellos años: la Batalla del Cascajo, al este de la ciudad. Las familias caroreñas albergan en sus casas los heridos y los ponen bajo el cuidado de las Hijas de San Antonio de Padua. Tal fue la primera obra de caridad que realizó aquella naciente institución con el protagonismo de las beatas Eugenia y Julia, y los doctores Julio Segundo Álvarez, Lucio Antonio e Ignacio Zubillaga. Mi amigo  abogado Gerardo Pérez González hizo un magnifica investigación al respecto, la que espera ser publicada.
El padre Lisímaco, un adelantado de la Teología de la Liberación, según dijo Luis Beltrán Guerrero, decidió fundar el Hospital San Antonio de Padua en 1902 y lo hizo en la casa de familia de Amalia Luna, “El Ángel de la Caridad”. Es en este momento cuando llega a Carora el extraordinario sacerdote Dr. Carlos Zubillaga, graduado en la Universidad de Caracas, hermano mayor de Chío Zubillaga, quien de inmediato se a suma entusiasmado a la labor de Lisímaco. Para atender esa institución de salud fueron convocadas las Hermanas de los Pobres de Maiquetía en 1924, 15 de enero, cuando aquellos iluminados sacerdotes ya habían fallecido.
Allí vinieron las devotas mujeres Martha de San José, Luisa, Eusebia, Albertina, Trinidad, Remigia, María Paula, y la Superiora Madre Providencia de San José. Estas abnegadas mujeres serán recibidas por Monseñor Pedro Felipe Montes de Oca. Durante muchos años colaboraron desinteresadamente con el Hospital Don Octaviano Herrera y su inolvidable esposa, Doña Natalia, así como “Don Cherra”, José Ramón Hernández. En esos años de consolidación se destacó la hermana María Eusebia quien dedicó toda su existencia al auxilio de los desamparados y al final de su vida quiso que su cuerpo quedara acá en estas tierras del semiárido larense. Otras excepcionales damas del “Hospitalito”, tal como cariñosamente se le conoce, fueron las hermanas Prudencia, Abigail, Felicia, Ana Josefa y Consuelo Ramírez, quien entregó en forma pulcra la institución al desaparecido Ministerio de Sanidad. Eran los años del populismo más engreído.
Otras fechas importantes nos da el médico Otto Mosquera. En 1951 se crea la Casa Hogar San José, en 1963, de la mano del odontólogo Domingo Perera, se funda, allí, “donde no llega el asfalto”, la institución educativa Fe y Alegría, en 1982  el Hogar para Ancianas Nuestra Señora de Coromoto y la Casa de Ejercicios Espirituales Betania, en la hermosa población de Jabón, el Asilo para Ancianos Padre Machado nacerá en 1989 con motivo del Primer Siglo de la Congregación.
Y sucederá algo extraordinario y milagroso, pues en 1997 la hermana Martha Delgado decide reabrir el Hospital San Antonio, cerrado años atrás porque se pensó,  erróneamente, que el nuevo Hospital Dr. Pastor Oropeza haría innecesaria la existencia del “Hospitalito” de la calle Bolívar. Habrá mucha amplitud, modernización y tecnología de punta en el hospital del Gobierno Nacional, pero no existirá el espíritu de abnegación, entrega y desinterés del inmenso corazón de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía.
Han reabierto aquella hermosa institución que se creía desaparecida. Pero más pudo el empuje de dos milenios de vida que  proyecta a la Iglesia Católica hacia el futuro cuando otras ideologías, credos e ideologías políticas desfallecen. Larga vida pues a esta inmensa institución benefactora de los pobres y desposeídos, que son los más.

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