viernes, 29 de marzo de 2013

Déjà vu, Río Tocuyo












A mi hijo José Manuel, dedico.
Luis Eduardo Cortés Riera

Cada cierto tiempo se me viene a la mente una imagen de forma repetida: la colina de El Calvario, situada en la población larense de Río Tocuyo, cercana a Carora. Ella se formó hace muchos años, cuando en compañía de mi padre, Expedito Cortés, recorríamos la extensa geografía del Distrito Torres. No es precisamente la colina lo que se me viene a mi percepción, sino una de las cuatro calles que la circundan, es decir la calle sur. Observo la imagen de personas, vegetación y bicicletas en la ladera austral de tal elevación. En el lado norte de este accidente geográfico está situado el Ambulatorio de Río Tocuyo, un centro de atención médica. He aquí donde comienza lo extraordinario de la narración que ofrezco a mis lectores.
La palabras déjà vu que aparecen como título a este artículo, vienen de la lengua francesa y significan “ya visto”. El concepto describe la sensación que experimenta una persona al pensar que ya ha vivido con anterioridad un hecho que, en realidad, es novedoso. Mis alumnos de psicología en el Liceo Egidio Montesinos de Carora, me preguntaban muy de seguido el significado de tan curiosa experiencia. Yo les decía que era una sensación propia de los pueblos primitivos. No es así de simple la cosa.
El responsable de acuñar este término fue el psicólogo francés Emile Boirac (1851-1917). Hoy se le da el nombre de paramnesia y está asociado a los recuerdos vividos, sentidos o soñados, como tal es mi caso. Es la creencia de que un lugar ha sido duplicado, existiendo en dos lugares simultáneos. Pero mi experiencia con la colina ríotocuyana tiene otra significación que de inmediato trataré de hacer comprender, según dicen la hermenéutica y la fenomenología, o ciencias del espíritu de Dilthey y Husserl, filósofos alemanes del siglo pasado.
Sucedió que mi esposa Raiza María Mujica, obtuvo su título de Médico Cirujano por la Universidad Lisandro Alvarado de Barquisimeto en 2004. Pero cuál no sería mi sorpresa y asombro, cuando mi compañera de vida fuera designada a cumplir su ruralidad en un pintoresco poblado del semiárido larense: Río Tocuyo. Su centro de trabajo fue el Ambulatorio Rural Tipo 2, lugar donde nos instalamos en agosto de 2005. Me llevé una caja grande de libros y preparaba mis clases para la Maestría en Historia de la UCLA-UPEL-Fundación Buría, en aquellas noches estrelladas y silenciosas de aquel pueblo colonial, solo interrumpidas por la llegada de uno que otro paciente del interior de las parroquias Camacaro y Reyes Vargas picado por una culebra o aquejado de una fuerte diarrea.
Y fue allí, en ese “lugar de la memoria”, según la expresión del historiador francés Pierre Nora, donde en diciembre de aquel año, comenzó a palpitar en el vientre de mi amada esposa, la fibra de mi primogénito hijo José Manuel. A partir de allí comencé a cavilar y meditar sobre tan afortunada y venturosa coincidencia. ¿Casualidad acaso? No sé responder, admito. Lo cierto que mi déjà vu no es el del tipo que hemos definido arriba. Se tratará más bien de una suerte de premonición o presentimiento de que en las cercanías de la colina de El Calvario eventualmente iba a ocurrir en mi existencia un hecho extraordinario. Y no deja de serlo, pues el nacimiento de mi vástago se produjo a mi bíblica y respetable edad de 54 años.
El notable divulgador de la ciencia, el catalán Eduard Punset, en su programa televisivo “Redes”, califica el déjà vu como otro misterio. Cosas que quizás nunca sucedieron, pero que estas convencido de que ya han pasado. Y continua diciendo: Y…¿sabes? Es increíble…porque es allí cuando uno dice: “Bueno, tal vez ha pasado en la otra vida”. ¿Es algo genético? ¿Tendrá que ver con los sueños? Lo habré soñado…¡Juraría que ya he estado en esta situación!, sentencia Punset.
Los físicos cuánticos contemporáneos nos proporcionan una hipótesis aun más pasmosa del fenómeno que nos ocupa: los universos paralelos, los cuales podrían estar separados de los nuestros por milímetros. Entenderlos es el mayor desafío de la física. Einstein, por ejemplo, lanzó su idea de “wormholes” (agujeros de gusano), una suerte de puentes en el que se puede viajar a mayor velocidad que la de la luz, un atajo entre uno y otro punto en el tiempo. Es decir que otro Luis Eduardo Cortés Riera bien pudiera estar sentado frente a su computadora escribiendo este mismo artículo en este momento, pero en otro universo. Sorprendente ¿No?

martes, 26 de marzo de 2013

Ernest Renan y Vida de Jesús






Los hombres deberían vivir
como si Dios existiese.”
Renan.

Cuando París era la capital del siglo XIX, en 1863, publicó Ernest Renan, de 40 años de edad, un polémico libro, en donde desde la óptica del positivismo liberal, salió a la búsqueda del Jesús histórico, lo que equivale a decir el Jesús de carne y hueso, real. Tal libro no es más que la parte primera de los siete volúmenes de su Historia de los orígenes del cristianismo. Junto con otros escritores, tales como los alemanes David Strauss y Ludwing Feuerbach, le negó divinidad a Cristo y la unicidad o singularidad del cristianismo, todo lo cual constituyó un gran escándalo que le ocasionó fuera expulsado de su cátedra universitaria.

Estudió para sacerdote, le gustaba definirse como cura fallido, pero bien pronto se fue tras la ciencia natural que dominaba los escenarios académicos franceses con las eminentes figuras de Littré, Taine, Ribot, Durkheim. Sus dos grandes centros de interés fueron el positivismo comteano, y el otro, las sociedades semíticas. Bajo aquel sistema cientificista pondrá bajo examen las culturas orientales. Conocía las lenguas del Medio Oriente y hasta visitó , en compañía de su hermana, tales lugares para escribir los siete volúmenes arriba citados. Dirá que los semitas son una “raza incompleta”. Argumentaba que no tienen epopeya, ni mitología, ni ciencia, ni filosofía, ni ficción, ni artes plásticas, ni vida civil. Y el mismísimo Karl Marx se refirió despectivamente de los semitas: “No pueden representarse a sí mismos, deben ser representados.”
Con todo, agrega Renan, hicieron una contribución modesta a la civilización: la introducción de las religiones monoteístas, agrega. Una vez cumplida esta misión, la raza semítica deja que la raza aria marche sola a la cabeza de los predestinados del género humano. El progreso para los indoeuropeos vendrá en la medida que se alejen del espíritu semítico. El cristianismo debe alejarse de la influencia judaica para hacer predominar el genio de la raza indoeuropea. La obra judía va a desaparecer, no así el genio griego, argumenta, pues lejos de la retórica, la ciencia racional experimental prevalecerá.
La religión del desierto llamará Renan a los monoteísmos: el judaico, el cristiano y el islámico, juicio que no es más que la burda manifestación de un determinismo geográfico. La geografía marcadamente regular del desierto es la indicación del infinito, dirá Renan con la presunta autoridad que le confiere la ciencia del siglo XIX. Es el desierto el origen simbólico de nuestra fe. Recordemos que la pareja primordial fue arrojada de un vergel, el Paraíso, para dar con su humanidad pecadora, precisamente al desierto.
Lo que no le perdonaron sus contemporáneos a Renan fue cuando escribió: “Lo que en efecto distingue a Jesús de los agitadores, no solo de su tiempo, sino de todos los siglos, es su perfecto idealismo. Jesús, hasta cierto punto es un anarquista, porque no tiene idea alguna del gobierno civil”. El papa Pío IX lo condenó y por ello se le llamó en lo sucesivo el “blasfemo europeo”, en tanto que el Collège de France lo destituyó de su cátedra.
El carácter antimetafísico del positivismo le hará decir de los milagros: “sucesos sobrenaturales, milagros, son imposibles en sí; luego las relaciones evangélicas son falsas, o, son leyendas. Hasta hoy día, sentencia Renan, no hay un milagro probado. Se puede decir- escribe-que esto de los milagros no son otra cosa que adicciones de los discípulos de Jesucristo.
Cuando Vida de Jesús llegó a la apacible y recoleta Venezuela del siglo XIX, Juan Vicente González (1810-1866) y Amenodoro Urdaneta (1829-1905) se encargaron de destrozar al “libro impío”. Hoy no asusta a nadie, nos dice nuestro paisano, el humanista caroreño Luis Beltrán Guerrero. En la reposada urbe del Portillo de Carora -la “ciudad levítica de Venezuela”- el diabólico libro y sus lectores fueron perseguidos y anatemizados por un sacerdote extremadamente conservador -hoy diríamos reaccionario- Monseñor Pedro Felipe Montes de Oca, quien en su obcecación llegó a oponerse a la fundación del Rotary Club a mediados del siglo pasado en su ciudad.

martes, 19 de marzo de 2013

Reinhard Koselleck y el eterno retorno



















Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras: los astros y los hombres vuelven cíclicamente; los átomos fatales repetirán la urgente Afrodita de oro, los tebanos, las ágoras.”
Jorge Luis Borges.


Escribo este artículo en ocasión de los 90 años del nacimiento de este notable historiador y pensador alemán, que nos abandonó físicamente en 2006. Es el padre de la historia de los conceptos, Begriffsgeschichte, lo cual significó una verdadera ruptura en el episteme de la ciencia de la historia en el siglo XX. En 1954 escribió su tesis doctoral donde examina lo que llamó la patogénesis del mundo burgués, la cual-sostiene- construyó la modernidad desplegando la llamada razón catastrófica. Se produjo durante la Ilustración una aceleración que ha resultado en una verdadera patología. Una política revolucionaria irresponsable que conmovió los cimientos de Europa. Una ola de aceleración técnico-industrial sin igual en la historia que nos puede conducir a un fin desastroso e inevitable.
Otra de sus asombrosas afirmaciones ha sido la de la repetición en la historia, lo cual hace posible el pronóstico histórico. Hay, pues, una repetibilidad histórica. Es el permanente reinicio de la trama cinematográfica de la cual nos habla en su Invencion de Morel el gran Jorge Luis Borges. Se trata del llamado mito del eterno retorno que ha impactado religión, literatura, filosofía, ciencia natural. Es un problema de fronteras conceptuales y valorativas poco definidas, tales como el Dios de Kierkergaard, el eterno retorno de Nietszche y el Superhombre, la compulsión repetitiva de Freud, la fenomenología de la religión de Eliade: volver a la Edad de Oro que ofrecen muchas religiones; así como el Teorema de la Recurrencia de Poincaré. La literatura abunda en tales repeticiones: las novelas de Gustavo Flaubert Madame Bovary y Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, así como también Siddhartha de Hermann Hess, y, más recientemente La insoportable levedad del ser de Milan Kundera. Y en economía es obligado referirnos a los ciclos económicos de prosperidad y ruina sufridos por el capitalismo creados por el ruso Nicolás Kondrátiev.
La imagen según la cual el Universo nace y perece en una sucesión cíclica es tan antigua como la de la lucha entre el bien y el mal. Budismo e hinduismo, así como el mundo griego se inscriben en esta concepción del mundo ligada a la repetición cósmica de los fenómenos naturales. Como se podrá inferir, el cristianismo con su dimensión lineal del tiempo, consideró anatema tal mito: lo que sucedió no vuelve a suceder jamás. Todo apunta al fin apocalíptico de los tiempos. La historia de la humanidad, dijo San Agustín, es una línea que tiene su comienzo y su final: Dios.

Koselleck introduce la noción, como formaciones geológicas, de estratos del tiempo. El primero de ellos es el cotidiano, donde es casi imposible hacer pronósticos. Nadie sabe si al cruzar una calle será atropellado por un carro. Un segundo será el estrato del medio plazo, el que escapa al humano control: las crisis económicas o las guerras. Acá las prognosis son posibles: la que hizo la Ilustración con la Revolución Francesa, y que se apoyó en la Revolución Inglesa ocurrida 100 años antes. El tercer y más profundo estrato es el que denomina “duración metahistórica”, donde pueden ubicarse las constantes antropológicas: la finitud ontológica humana, nacemos y morimos, la contraposición amigo enemigo, la existencia de padres e hijos. Tales hechos no son históricos, pero sí lo son sus interpretaciones histórico-culturales.
Se la ha criticado a nuestro autor que el espacio de la experiencia, lo fácticamente acontecido fagocita el horizonte de posibilidades. Todos aquellos pensadores, señalados más arriba, coinciden de distinta manera en la fuerza, en lo terrible, en lo inevitable, en lo positivo y en lo negativo de la repetición. ¿Estaremos condenados los seres humanos a la ciclicidad incesante y recurrente de toda la realidad?
Koselleck es un “historiador pensante”, según dijo Gadamer, que ha dejado una huella imborrable en el pensar histórico. Conceptos como historia (concepto “moderno por excelencia”), utopía, revolución, crisis, ilustración, emancipación, sociedad civil, Estado, clase, entre otros, cobraron nueva dimensión con el gigantesco trabajo investigativo de este historiador germano, el cual recibió una influencia de Dilthey, Martín Heidegger, Carl Schmitt, Hans Georg Gadamer, Alfred Weber. Bajo la influencia de tales maestros elaborará una historia intelectual de Europa desde el siglo ilustrado hasta el presente. Es ampliamente conocido su Historia de los conceptos, monumental trabajo al cual dedicó más de 20 años desde 1972. Es un extraordinario intelectual que, sin su obra, se haría poco menos que comprensible la modernidad extremadamente acelerada y desbocada, agrego yo, que sufrimos los habitantes del tercer milenio. 

martes, 12 de marzo de 2013

Maduro y Capriles: dos judíos sefardíes

Los principales candidatos a enfrentarse electoralmente el próximo 14 de abril de 2013, luego de la muerte del Presidente Hugo Rafael  Chávez Frías, Nicolás Maduro Moros y Henrique Capriles Radonsky son de ascendencia judía sefardita. Es decir son parientes y sucesores de los prósperos y talentosos judíos que habitaban la península ibérica durante la Edad Media, y que fueron expulsados de allí por los Reyes Católicos en 1492, coincidencialmente el mismo año en que Colón pisó tierras americanas.
Se les conoce como judíos sefarditas por el nombre que en hebreo los judíos dieron a la Península Ibérica: el sefarad. Allí vivieron en paz y armonía con los cristianos y los moros durante el Medioevo, hasta que la intransigencia y el fanatismo se apoderó de los cristianos, quienes de forma obcecada y miope destruyeron esa modélica convivencia que produjo notables avances científicos, médicos, comerciales y filosóficos. Fue un paradigma de tolerancia que hizo posible, entre otros adelantos, que el pensamiento de los antiguos griegos, Aristóteles sobre todo, se trasmitiera al resto de Europa.

Los semitas llegaron a España a comienzos de la era cristiana. Rápidamente se hicieron boyantes hombres de negocios y hábiles financistas, traductores y cirujanos. Gozaban, incluso de apoyo real en virtud de peculiares talentos -comercio, medicina- pero fueron constantemente amenazados, es cierto, por la saña popular. ¿No eran acaso los asesinos de Cristo? ¿No eran más ricos que todos, y además opresivamente usureros? La Iglesia Católica prohibía la usura y ello ha dado pie para afirmar que el capitalismo no podía prosperar allí.

La ortodoxia religiosa, que siempre tiene un tufo étnico, tales como la pureza de la sangre, y presentándose como fundamental para la idea de España, abrió cauce al antisemitismo. La envidia, la pasión que corroe los pueblos hispánicos, hizo el resto. Nacen los pogroms y el fanatismo verbal que los hizo posibles. En 1391 cuatro mil judíos son asesinados en Sevilla. En Córdoba incendian la sinagoga. Muchos judíos se convirtieron y cayeron en brazos de la Iglesia Católica. Convertidos, los hebreos siguieron siendo sospechosos. Nace la temible Inquisición.

Se ha dicho que el peor error cometido por los Reyes Católicos fue la expulsión de los judíos. Los conversos comenzaron a perseguir a sus connacionales aún con más saña e intolerancia que los propios inquisidores a fin de probar su fidelidad ortodoxa. Torquemada, el gran inquisidor, por ejemplo, era judío.

En 1492, de una población total de siete millones, solo había medio millón de hebreos y conversos. España se privo de muchos talentos y servicios que más tarde necesitaría urgentemente para mantener su estatura imperial, dice Carlos Fuentes. El Edicto de 1492 le cerró de tal manera a España el camino de la modernidad. Los judíos huyeron por toda Europa. En su diáspora Portugal, Francia, los Países Bajos, y también Marruecos, se convirtieron en sus obligados lugares de residencia.

Y fue así como a través de los barcos holandeses se instalarán en las islas que antes eran de la Corona española, Aruba, Curazao y Bonaire, estos judíos sefarditas. Marranos unos, conversos otros. ¿Sus apellidos? Helos aquí: Curiel, Hoheb, Levi, Senior, Fonseca, Da Costa, Gómez, De Lima, López, Meza, Aniyar, Cohén, Mármol, Henríquez, Naar, Pariente, Bendayán, Pinto, Beracasa, Correa, Castro, Namías, Maduro, Moros y Capriles.

De modo pues que estamos a las puertas de una confrontación entre dos judíos sefarditas: Maduro y Capriles. Cada uno representa un proyecto, los que hasta ahora son antagónicos e irreconciliables. Uno socialista, el otro neoliberal. Los hebreos crearon el monoteísmo, contribuyeron a la creación del capitalismo; en los siglos XIX y XX elaboraron el socialismo científico, el psicoanálisis y han enriquecido las artes, las ciencias, el pensamiento. ¡Casi el 30% de los ganadores de los premios Nobel son hebreos!

Ojalá, y es mi deseo profundo y sincero, que tal careo electoral en ciernes tenga un balance positivo en la esfera de la concordia y la convivencia pacíficas. Que la racionalidad, donde los hebreos han hecho prodigios, se imponga a los absurdos y extremistas misticismos, que también salpican con frecuencia a este pueblo. Pueblo que representa, como ningún otro, una verdadera universalidad. Recordemos la sabiduría hebrea cuando dice que “un hombre sabio escucha una palabra y entiende dos”. En ello confío.



viernes, 8 de marzo de 2013

Picasso: 40 años


Si ha habido algún pintor prolífico, que casi llegó a lo inagotable por su fecundidad y genio, ese no es otro que el inmortal malagueño Pablo Ruiz Picasso (1881-1973). España, dice Pierre Vilar, ha contribuido de manera innegable a modelar la sensibilidad del mundo moderno. Recordemos para ello las figuras de Velázquez, El Greco, Juana de Avila, Calderón, Joaquín Rodrigo, Manuel de Falla, Juan Gris, Cervantes, Dalí, Goya, Lorca, Gaudí o Tapies.
Esta genialidad hispana tendrá que estar asociada a la historia de España. Ayer cartaginesa, griega, romana, cristiana, visigoda, árabe, judía, gótica y gitana, nos dice Carlos Fuentes. Hoy en día surcada por las diferencias étnicas y culturales: vascos, andaluces, castellanos, gallegos, catalanes, y sudacas. Hogaño frágil unidad a punto de romperse por la arremetida neoliberal.
Mi profesor de arte en la Universidad de Los Andes, Dr. Juan Astorga, nos decía que Picasso a los 20 años pintaba tan bien o mejor que Miguel Ángel o Leonardo. Es quizás por tal razón que precozmente rompe con el naturalismo a comienzos del siglo XX. Y lo hace de la forma más inusual. Comienza a estudiar la escultura de los pueblos llamados primitivos y queda fascinado. Al extremo inspirado, pinta en 1906 Las señoritas de Avignon, cuadro que le ganó una crítica muy poco favorable. Pero había hecho una contribución fundamental: echar las bases de la pintura moderna, pues rompe con el punto único de visión y la perspectiva que venían del Renacimiento. Era el principio de lo que habrá de llamarse en lo sucesivo cubismo, una de las corrientes artísticas más influyentes del siglo XX.
Todo es número, todo es geometría desde entonces. Son los ecos de la pintura de Cézanne, quien intentó reducirlo todo a figuras geométricas: cubo, cilindro y esfera. A lo que el joven Picasso añadirá la simultaneidad de la visión. Un sistema de representación inédito, pues rompe con los cánones pictóricos que vienen de los siglos XV y XVI renacentistas. Se pretende agregar, contradictoriamente, una cuarta dimensión a un soporte plano bidimensional. Nadie había intentado tan prodigioso y audaz cometido en un lienzo. Y fue el pintor Matisse, quien por desprecio bautizó como cubistas el movimiento integrado por Braque, Gris y Picasso.
La militancia política de Picasso lo hizo afiliarse al Partido Comunista de Francia. Cuando estalló la Guerra Civil española en 1936, no dudó en colocarse decididamente al lado de la acosada República española. A mediados de esta guerra, que fue como el preámbulo de la Segunda Guerra mundial, pintó el genio malagueño el más conocido lienzo del siglo. Las ruinas de la historia, dice Carlos Fuentes, ruinas del hombre, son iluminadas por un solo artefacto técnico: la lámpara de luz eléctrica. Una lámpara callejera intenta transformar la noche en día. Es el Guernica, un encargo de carácter proselitista para condenar el bombardeo nazifascista de la inerme población vasca.
Fuentes afirma en su libro El espejo enterrado (1992) que existe una dolorosa habilidad española para transformar los desastres de la historia en triunfos del arte. Es lo que de forma impresionante lo que ocurre con Guernica, la pintura emblemática del siglo XX. El artista nos pide, agrega el mexicano, que miremos la cara del sufrimiento y la muerte a través de los intemporales símbolos españoles de la arena: el toro y el caballo, despedazados y descoyuntados.
Paul Johnson ha emitido unos juicios muy desfavorables y sesgados sobre Picasso. En su obra Creadores (2008), dice que abominó y hurgó dentro de sí mismo. Walt Disney, en cambio, trabajó con la naturaleza, la estilizó, antropomorfizó y surrealizó. Por eso las ideas de creador del ratón Miguelito y Blancanieves, continuarán brillando, mientras que las de Picasso-aduce- gradualmente se desvanecerán y perderán vigencia, a medida que vuelva a preferirse el arte representativo. Al final, agrega Johnson, la naturaleza es siempre la fuerza más poderosa.
No puedo menos que encogerme de hombros ante el tamaño dislate de Johnson. La sola comparación del estadounidense con el malagueño me produce una sensación de repugnancia y disgusto. Su tendencia marcadamente derechista le hace decir absurdos como que Marx explotó (sic) a Engels. Dice este periodista británico que la actitud de Picasso ante los hombres era ambivalente, y era sagaz detectando la homosexualidad pasiva. A Braque lo llamaba “mi esposa” (un término despectivo). También le interesaban estéticamente las lesbianas, y es significativo que llamara a la masculina Gertrude Stein “mi única amiga mujer”. Esto constituye lo que llama Carl Sagan un verdadero camelo ad hominen, es decir atacar a la persona y no su argumento.
El arte no es evolución: es cambio, es mutación, enfoque nuevo. La historia del arte está formada por los hallazgos sucesivos de unos seres humanos geniales. Una frase de Picasso nos dará la medida de su genio: no pinto lo que veo, pinto lo que pienso.

Francisco “La Meca” Ramos

Si algún personaje encarna a cabalidad eso que llaman la caroreñidad, este hombre no es otro que “La Meca” Ramos. Era torrellero por los cuatro costados, juguetón, chistoso, amante de las chanzas y de las jocosidades. La parodia y el remedo lo caracterizaban. Uno podía saber de inmediato a quién simulaba con solo mirar de forma muy breve su actuación. Era un juglar picante y gracioso que hacía de las delicias de todos los que lo observábamos, docentes, alumnos, secretarias y aseadores, en las instalaciones del centenario Liceo Egidio Montesinos de Carora.
Hombre ascio como era, disfrutaba de los rayos del Sol de nuestra zona tórrida y tropical. A su lugar de trabajo, que no era otro que el campo deportivo, lo llamaba con sorna y picardía “El Solón”. Y eso no es todo. Invitaba a sus colegas profesores a hacer largas caminatas por la Otra Banda, bordeando el río Morere, a la búsqueda de las codiciadas “matejeas” hinchadas de miel, loros cantarines, y las apetitosas iguanas. Al final de su vida, murió el 8 de mayo de 1998, me confesó haber dejado en paz a tan simpáticos reptiles. Su sobrenombre tenía origen zoológico, pues un “meco” no es otra cosa que un cabrío herbívoro recién nacido, según reza el diccionario de caroreñismos.
Su apelativo lo heredó de su madre “La Meca”, quien era una anciana tan dicharachera y vivaz como su retoño beisbolero. Cierta vez sucedió que la planta eléctrica de Carora y su estruendoso ruido dejó de sonar a los oídos de su familia, pues habían conseguido una casa en la urbanización La Osa, lejos de allí. La abuela no podía dormir al hacerle falta el enorme ruido de las turbinas de gasoil. Fueron varias semanas de un insomnio macondiano. Lleno de astucia y socarronería, se le ocurrió a La Meca algo genial. Tomó su moto Yamaha, la colocó encendida en la habitación de la viejita. Santo remedio, pues la nona se quedó plácidamente dormida ipso facto.
Se hizo docente del Liceo gracias a un gran amante de la pelota y el tango argentino, el profesor Simón Villegas Losada. Este locuaz tocuyano lo metió a fines de los años 1960 en lo que se llamaba “la organización”, y desde allí comenzó a dictar verdaderas cátedras de pelota a quienes fueron sus destacados y brillantes beisbolistas: Carlos “El Pajarito” Santeliz, Valmore Carrasco, los hermanos Ricardo y Alberto Díaz, José Mujica, entre otros. Era una estrella del montículo, tanto en beisbol como en softbol. En su equipo de pelota Torrellas BBC hizo hazañas difíciles de repetir. En San Cristóbal, estado Táchira dejó a un equipo con apenas un hit conectado.
Los estudiantes del Liceo le profesaban un cariño descomunal. Cierta vez lo hicieron de padrino de una promoción de bachilleres. El día del acto académico se le hizo un nudo en la garganta y hubo que delegar su discurso en José “Cheo” Mujica, Alirio Alvarez o Ricardo Díaz. Es que su modestia y humildad no cabían en las “playas” de Carora.
Cheo Mujica, quien fue destacado docente deportivo en el Liceo, reconoce que sus conocimientos beisbolísticos y de pelota suave se los debe a nuestro personaje. Gracias a ellos –dice- he sido lanzador en juegos nacionales en distintas ciudades venezolanas. Cuenta Cheo que cierta vez lo invitó al Hospital Pastor Oropeza. Cuando estaban en allí debió donar plasma para una vecina de Francisco. Al inquirirlo por aquella actitud, dijo inmediatamente La Meca: “no puedo donar sangre por mi edad.” Esa era la generosidad sin tamaño de aquel enjuto hombre de mirada inquisitiva y brillante.
Había nacido La Meca el 30 de octubre de 1934 en su Carora de siempre, ciudad a la cual amaba sobre todas las cosas. Una vez fue contratado para enseñar su oficio peloteril en la “ciudad de los siete puentes”, la simpática localidad tachirense de Rubio. Pudo más la reverberante y cálida geografía y las gentes de talante humorístico y de agudeza sin par del Distrito Torres, pues apenas logró estar en los Andes por la eternidad de año y medio, al cabo de los cuales se vino definitivamente.
Los restos mortales de este Maestro de nuestra otra religión venezolana, el beisbol, reposan muy cerca de la playa del Liceo. Quizás fildeará desde allí uno que otro faul que uno que otro desprevenido bateador le enviará al camposanto de la 14 de febrero. Paz a su alma.

martes, 5 de marzo de 2013

Teatralidad y vida de Rito Ramón Rodríguez


No olvides que es comedia nuestra vida”
Calderón de la Barca"

Su pasión artística ha sido el teatro. Su personaje favorito: el diablo de Carora. Conocido cariñosamente como Triple R, este donoso caballero accede a darme una entrevista en nuestra Librería del Sur, avenida Miranda esquina calle Coromoto. Tiene buena memoria y coherencia en sus parlamentos, camina todos los días, cruza sin ayuda las avenidas. Ha logrado superar una enfermedad que lo mantuvo momentáneamente fuera de los escenarios de vida. Volvió.


Ha hecho casi de todo. Desde saltos nocturnos en paracaídas, hasta revistas, boletines culturales y gremiales; desde trabajador en bibliotecas, pasando como actor y creador de obras teatrales. Fue factor decisivo en la consolidación de la Casa de la Cultura de Carora, junto al memorable Dr. Juan Martínez Herrera. En la vieja Casa Amarilla montó El juicio del Diablo, todo un acontecimiento cultural en aquel año de 1970. Para sorpresa del público que masivamente se congregó en la calle Lara, el diablo fue, finalmente, absuelto.
Rito Ramón intuye que la cultura nuestra está impregnada de una profunda teatralidad, la que los españoles impusieron a los indígenas. Los indios, pues, adoptaron una actitud teatral, sostiene Bolívar Echeverría. Rito estudia teatro desde 1964 hasta 1969 en Maiquetía, año en que se viene a Carora y monta la obra La Venganza, con cuatro actores en la recién fundada Casa de la Cultura, institución en la que fungió de secretario hasta 1972. En tales funciones publicó 12 boletines de esa institución, con la vieja técnica del multígrafo y los stenciles. Otra obra fue La Piñata, de Alarico Gómez, donde Juan Tomás Martínez actúa como voz infantil. Le siguió El diablo anda suelto, de Rafael Montesdeoca Martínez, a la cual continuó El pedido de mano, del ruso Antón Chejov. Le seguirán Los fusiles de la madre Carrara, inmortal pieza brechtiana. Una última será Ey, quién me oye, del estadounidense Willian Saroyan.
Me dice Rito que Los fusiles es una obra muy difícil de montar, que sus actores eran Alejandro Rodríguez, Isabel Piñango, Marlene García, en tanto que escenografía y sonido corrían a su cargo. En tono grave me dice que Juan Martínez actuó en El diablo anda suelto, que su esposa Teresita Yépez y Oswaldo Galeno lo hicieron en la pieza de Chejov.
Una de las innovaciones que introdujo Rito a la recoleta ciudad fue el teatro de la calle, una rama del teatro que fue desacralizándose. En horas nocturnas y con fuegos de artificio, el diablo sale del cementerio, frente a la iglesia de la Coromoto. Salta desde la tarima sobre los diablitos. Unos guardias civiles salen a darle cacería a mefistófeles. Al final logran colocarle el cordón de San francisco. El párroco de entonces- me dice Rito- no comentó nada. Los fusiles empleados fueron cedidos en préstamo por la Guardia Nacional. Alejandro, su hermano, se disfrazó de diablo, con látigo en mano, pues Rito pensó oportuno quitarle el tridente. En su recorrido hasta la Plaza Bolívar Belcebú empuña un garrote encabuyao y hasta se pone un liquiliqui rojo.
Sigue contando Rito que durante 12 años fue secretario de las fiestas patronales; eran los tiempos en que Baloncho Alvarez las presidia. Otros tres años lo fue, junto a Eduardito Mosquera, de los carnavales. Como compositor musical se le conoce la canción Las vacas de Mogollón, en recuerdo de aquel ciclista que pastoreaba sus vacas por las calles de Carora. La música es autoría de Mario, hijo de Cruz María Salas.
Una vez que deja la Casa de la Cultura, el Dr. Domingo Perera lo recomendará para funcionario de la Sociedad Regional de Ganaderos de Occidente. Allí estuvo durante ocho años. Se encarga de redactar el boletín Gremio Cebuíno Lechero, así como Avance Agropecuario y el periódico SORGO. Todos llevan la impronta de su fina y esmerada redacción. Numa Rojas- me dice emocionado- colaboraba mucho conmigo. A Baloncho le hizo un bello trabajo titulado A puerta de corral, editado en 1979. Lamenta que la Academia Nacional de la Historia le dio créditos a Alvarez y no a mí, dice como pensando en voz alta. En ese mismo año funda la Editorial Carora junto a Teodoro Arispe, Domingo Perera, Manuel Morales y Numa Rojas. Y es precisamente en compañía de Numa con quien sufre aparatoso accidente vehicular en Palo de Olor. Estuvo 17 días inconsciente. Numa salió ileso completamente.
Nunca consumí licor ni fumé, agrega. Tiene una gran fortaleza espiritual y física, a tal punto que llevaba a don Pío Alvarado, Victoria, Ramón Ignacio, la Chía y Félix Campos en su pequeño Renault 12 hasta Caracas, ida y vuelta, ¡con la maletera full de instrumentos musicales!.
Está casado con la isleña Encarnación Armas desde hace 44 años, con quien procreó cuatro retoños. Su último desempeño lo hizo hasta 1996 en la Asociación de Comerciantes e Industriales de Carora, ACIC; siendo su presidente el Lic. José Ramón Hernández, se retira. Es católico no comprometido, no militó en partido alguno, cobra su pensión desde hace 14 años, me dice socarronamente para terminar este amable caballero conocido como Triple R.

El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...